Cuando nace un hijo, nacen también unos padres. Aprendemos este oficio sobre la marcha y sin mucho tiempo para pararnos a pensar. Convertirnos en padres nos cambia la vida: empezamos a crear rutinas nuevas y a adaptarnos a convivir con nuestros pequeños. Poco a poco va tomando forma la vida de nuestra nueva familia. Los niños se desarrollan tan rápido que cuando nos adaptamos a una rutina ya la tenemos que cambiar. Especialmente durante la primera década de su vida los padres somos el centro de su vida y de nosotros lo aprenden todo. Los hijos nos están observando incluso cuando no nos damos cuenta. La manera en que nos comportamos en frente de ellos es clave para que todo vaya bien.
¿Te has puesto a pensar la influencia que tú y tu pareja tienen en sus hijos? En el transcurso de los primeros años se establecen precedentes en las relaciones entre padres e hijos que van a marcar la pauta por muchos años. Algunas dinámicas entre padre e hijos funcionan muy bien y otras no. De repente nos encontramos con situaciones que nos resultan complicadas o descubrimos que con alguno de nuestros hijos todo nos cuesta un poco más. Es en estas situaciones en las que coaching para padres te puede ayudar. Ante cualquier dificultad con los hijos siempre hay algo que los padres pueden hacer de diferente manera: tal vez sea necesaria un poco de más consistencia al aplicar las normas, o hay que lograr una comunicación más efectiva con los niños, o tal vez ajustar un poco las expectativas. Unas sesiones de coaching pueden ser todo lo que necesites para reflexionar sobre qué es lo que no está funcionando, entender qué es lo que te gustaría lograr, y poner en práctica un plan.
¡Ningún padre es perfecto … pero por ellos, seguro que estás dispuesto a aprender! – Pepa W.